Monday, April 28, 2008

Bipolar

Me enteré de que existe una enfermedad que se llama bipolaridad. Bien, todavía después de algunas explicaciones no me quedó muy claro qué es. No lo pienso buscar en Google, porque no tengo ganas de perder el tiempo con eso mientras lo puedo perder mirando Sex and the City, que, si lo pienso mejor, no para de hacerme pensar últimamente. No pienso buscarlo y preguntar a especialistas porque creo tener mi propia homemade version de la bipolaridad, y con intentar entenderla tengo bastante, ni hablar con intentar aprender a convivir con ella. O sea, con mi otro migo, mi otro polo, mis dos polos a la vez.
Como es que me transformé en subibaja no lo sé. Ni tampoco consigo recordar desde cuando es que lo soy, porque en este preciso momento me estoy acordando de lejanos años cuando también me subía a este jueguito mal aceitado y rechinante que son mis emociones continuas. Por lo que saco en limpio que no es algo nuevo de mi nuevo yo, post mi viejo yo. No, no. Es más, antes sufría más de esta singular variación, literalmente, la sufría más.
Como es que un día quiero queso de cáscara colorada y al otro día de repente me volví intolerante a la lactosa, así como quien cambia de ministro de economía. ¿Doy el borocotazo sentimental mientras estoy durmiendo?? Porqué mis polos no se arman un cronograma para tomar el volante, o por lo menos me avisan cuando tengo que esperar lluvia o un taxi enfurecido.
¿Cómo es? O ¿por qué es? Ya se muchas cosas de otras bipolaridades que no me ayudan con las preguntas y mis respuestas ansiadas. Es mi bipolaridad con la que convivo solita, y hoy en la calle miré los rulos de este yo en una vidriera y ¡ahí me di cuenta! No, no del por qué de mi bipolaridad, no, no. Me di cuenta de que soy mi bipolaridad, que así soy evidentemente. Soy mi contradicción permanente, mi no entendimiento de por qué hago las cosas que hago, es así que funciono. Podría terminarla acá diciendo que una vez subido este nuevo escalón de la aceptación personal terminó la cosa, se acabó la reflexión, pero no. Porque eso no ameritaría este post verborrágico y mal escrito.
Seguí mirando las siguientes vidrieras y mis bucles de buclera y justo cuando estaba pensando que me gusta mi pelo lacio, miré en la vidriera y me estaba riendo. Me estaba riendo de mí. Por lo cual el resto de las cuadras hasta casa me vine riendo de mi, no por el pelo, sino más bien por el pelo…. Y todo lo demás! El motivo de mi diversión es mi bipolaridad, me entretiene más de lo que imaginaba. Es la generadora de mis dilemas existenciales. Es la guionista de mis novelas interminablemente intrincadas, me entretiene.
El hecho de no poder evitarlo, de a pesar de los años, no acostumbrarme a vivir con ella, hace que mi bendita bipolaridad se burle de mí y yo llore desconsoladamente y me ría después. Creo que hace que mi vida tenga sentido, que me divierta, que me sorprenda… que yo misma me sorprenda por lo que hago. Que después me hunda en el fondo de un sillón ensimismada y conflictuada, sin respuestas. Que siga adelante buscándolas, que recargue las pilas, como si nunca antes me hubiese desilusionado. Que descubra lo maravilloso del amor de las personas, que por suerte, siempre encuentra sorprendentes maneras de manifestarse.

3 comments:

Lady Stardust said...

Ma Chere ami!!
Todas somos bipolares, inclusive hasta nuestras dos mitades suelen aparecerse justo al mismo momento causandonos más confuciones que cuando lo hacen por separado. Podemos ser un poco Dr Jekyll & Mr Hyde, pero como en la película que vi el domingo, donde aparece el hermoso de John Malkovich,al final ellos no son más que uno, enamorado de Julia Roberts. Podemos parecer bipolares, pero en realidad somos esas dos partes juntas en un mismo cuerpo.

JHR said...

Si querés saber más sobre polaridad mirate TVR, los famosos son el mejor ejemplo! Más los políticos y/o economistas...
A veces, inclusive se puede ser polipolar y la misma al mismo tiempo... pero eso me recuerda a la definición de la santa trinidad asi que mejor no prosigo en el comment....

Unknown said...

Estimadísima: Hagame el favor de no caer en el furor autodiagnosticandis. Siempre el vaivén anímico es seductor, tanto que muchas veces nos arrima al paroxismo. Pero aún confío es su buen juicio, férreo en mi imaginario, forjado tras horas se diálogos sinsentido y medioadolescentes, mediados por el punto de contacto en ese momento entre nosotros, allende en la lejanía temporal y sentimental, raíz de celos oteleanos motor de rupturas. Recuerdo, puntualmente, una charla histórica en el patio de Florencia.
Espero el torrente literal de su bella prosa, elixir de mi tísico gusto.
Asqueado de tan futíl verborragia, solo quiero dedicarte unas palabras, nacidas de algún folcklorista:

"El río crece y decrece
pero nunca se termina
aquello que más camina
es lo que más permanece".

Cordialísimos saludos y mis más cariñosos chinchines, con una copa de malbec en la mano. Desde la docta, su amigo. Julián.